futbol en su punto
jueves, 23 de junio de 2016
jueves, 16 de junio de 2016
No por nada tantos arqueros han tenido el apodo de “Loco”.
Se trata del puesto más difícil del fútbol, pues si ataja o desvía la pelota está simplemente cumpliendo su tarea; mientras que si le encajan un gol, casi siempre queda la sensación de que pudo haber hecho algo para evitarlo.
La presión aumenta con la importancia del arco que se defiende. No es lo mismo atajar en un equipo chico, que en uno grande o en una selección.
Pero los siguientes consejos y técnicas pueden ayudar al guardameta a estar a la altura de las circunstancias:
Voz de mando
El arquero debe comunicarse constantemente con su defensa; si no pega el grito cuando sale lejos del arco a buscar una pelota, es probable que el zaguero no lo vea, lo cual puede originar un choque y pérdida de balón, o incluso un gol en contra.
Hay que tener mucho carácter, demasiada personalidad, para ponerse los guantes. Por eso mismo, los mejores arqueros han superado la barrera de los 30 años.
No dudar
El arquero se puede equivocar, pero nunca debe dudar.
Si ante un centro titubea entre quedarse en la línea del arco o salir a cortarlo, generalmente termina a mitad de camino, con lo cual la pelota sigue en juego y el arco quedó desguarnecido.
Lo mismo en un mano a mano con un delantero: o decide salir a atorarlo y recortarle el ángulo de remate, o se queda para esperar el cierre de un compañero que dificulte el disparo.
Jugar con los pies
La modificación del reglamento que prohibió que el arquero tome con las manos un pase de un compañero cambió para siempre el puesto. Ahora, el portero debe saber jugar con los pies, ya sea para hacer circular la pelota, ayudar a su equipo a cambiar el frente de ataque o despejar de primera un pase riesgoso.
Despegar
No todos los arqueros pueden volar para sacar balones que van al ángulo. Los que lo logran manejan un concepto físico y otro técnico. Primero, tener la potencia de piernas que les permita despegar. Y segundo, apoyarse siempre en puntas de pie; si toda la planta de los pies está apoyada, les costará mucho más despegar.
Distribución
Con la pelota en las manos, el arquero tiene la posibilidad de iniciar el ataque de su equipo, siempre y cuando sepa distribuir el balón. Con la mano lo hará llegar a sus laterales o quizá al mediocampo; con una volea podrá enviárselo a la delantera.
Para esto último es fundamental inclinar el cuerpo hacia la dirección donde debe ir la pelota con el fin de que vaya en línea recta y rápida para que llegue al compañero antes que al rival. El pase debe apuntar al cuerpo del compañero para permitirle dominar el balón; si el pase va a la cabeza, es muy probable que su equipo no retenga la posesión.
Retener
Quizá por la constante innovación del balón, que cada vez es más ligeros y rápido, los porteros modernos se han acostumbrado a dar rebote ante la mayoría de los disparos. Esto permite una segunda jugada en las cercanías del área, mientras que al agarrar la pelota desaparece todo el riesgo.
Ubicación
El concepto más importante que debe manejar un arquero. De hecho, uno de los mejores elogios que se le puede dar a un portero es, “Siempre está bien parado”.
Por ejemplo, en un tiro de esquina donde por perfil el centro vendrá abierto (un zurdo tirando desde la izquierda), conviene ubicarse casi al borde del área chica para poder interceptar la pelota si cae entre el área chica y el punto del penal.
Y cuando se trata precisamente de intentar tapar un tiro penal, los expertos que han estudiado miles de ejecuciones han llegado a la siguiente conclusión: los arqueros atajarían más remates desde los doce pasos si se quedaran parados.
La mayoría escoge un palo y vuelan hacia allá una fracción de segundo antes de la ejecución. El problema es que casi todos los pateadores ejecutan el penal con la cabeza levantada, esperando el movimiento del portero para modificar el disparo. Al quedarse quieto, el arquero coloca toda la presión en el jugador, que entonces debe pegarle fuerte y esquinado, lo que aumenta considerablemente su margen de error.
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La estrategia defensiva
La estrategia defensiva cede el balón y la iniciativa de juego al rival; su objetivo es reaccionar rápido para aprovechar la perdida de balón y el juego de transición rápido y efectivo.
Esta manera de jugar no se basa únicamente en esperar al rival y sus fallos; es un concepto distinto en el que los defensores (la gran mayoría del equipo, por no decir el equipo entero) van a provocar la pérdida de la pelota del adversario. Las interrupciones en la construcción del juego rival se realizan mediante múltiples acciones. Se puede interrumpir el juego mediante faltas evitando la creación y fomentando la continuidad y el encadenamiento de las acciones rivales, o realizando una fuerte presión de manera individual o colectiva sobre el jugador que conduce el balón (en especial sobre los más creativos o desequilibrantes) para evitar el juego de pases y provocar las intercepciones de la pelota.
El equipo busca neutralizar la zona de construcción rival juntando los medios y los defensores. Suelen ser equipos compactos que juegan en bloque intentando siempre tener el balón por delante de la media. Cuando se produce la recuperación del balón, el equipo se lanza rápidamente hacia el ataque buscando un juego directo en profundidad, vertical y no tanto en anchura.
La decisión de una u otra estrategia depende (al igual que la táctica) del entrenador aunque está condicionada por los perfiles con los que cuenta entre su plantilla. Un sistema ofensivo necesita extremos, creadores y un delantero de potencia física. Una filosofía defensiva debe contar con uno o dos medios defensivos muy eficaces y atacantes rápidos.
Sin embargo la selección de una estrategia u otra también se verá afectada por las necesidades de juego. Por ejemplo si se es el equipo que juega en casa predominará la actitud ofensiva, o si se va por debajo en el marcador; sin embargo si se juega contra un equipo teóricamente muy superior se buscará emplear una estrategia más bien defensiva.
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La estrategia ofensiva
La estrategia ofensiva se basa en la posesión de la pelota; busca tener el control del balón (siendo esta su primera manera de defender) para cansar al rival y ser el dueño de la construcción del ataque. La rapidez, la precipitación y los riesgos ofensivos pasan a un segundo plano menos cuando se está en frente del arco. En ese instante se buscara sobrepasar el número de defensores mediante desmarques y algún pase entre la línea defensiva por parte de los medios creativos, aumentando de esta manera no solo las opciones de gol sino también el riesgo de contraataque en caso de pérdida de balón.
El juego se creará mediante pases cortos y seguros que en algunos casos se efectuarán hacia atrás o devolviendo al mismo jugador que dio el pase previo. Se juega con paciencia la pelota buscando el fallo del rival y ensanchando el campo forzando a la defensa adversaria a estar continuamente en movimiento para generar espacios y aprovechar algún fallo de cobertura.
La idea principal es meterse entre la línea de medios y la defensa contrarias abriendo el juego a las bandas para buscar las entradas al área desde ahí. Este sistema necesita un jugador en punta que pivote en ataque, atlético y a ser posible (aunque no indispensable) buen cabeceador. El equipo debe evitar en todo lo posible los errores individuales (pases fallados, duelos perdidos, etc.) que desemboquen en pérdidas de balón para evitar los contraataques.
Cuando un equipo que emplea una estrategia ofensiva pierde el esférico, la recuperación de balón se inicia con una presión de los atacantes y los medios creativos. El objetivo es recuperar el balón lo más arriba posible evitando la construcción de juego del adversario y obteniendo nuevamente una posibilidad de creación propia con más espacios en la defensa rival.
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